miércoles, 13 de mayo de 2009

De la “democracia enferma” a la “Neodictadura” en Venezuela


Foto: Afp Photo / Thomas Coex
Según Carlos Tablante "el régimen venezolano ya es una dictadura, aunque de nuevo cuño, una Neodictadura". Tablante sostiene que la muestra del avance de la 'neodictadura' en nuestro país es palpable en "la existencia de un dictador" y la concentración "de todos los poderes" en sus manos.
Éste es el artículo completo de Carlos Tablante:
Fernando Mires ha publicado dos ensayos titulados ED (El Dictador) y Las Venas Abiertas de la Dictadura en América Latina, donde analiza de manera exhaustiva la estrecha relación que existe entre la dictadura y la democracia. En estos dos trabajos no habla exhaustivamente acerca de Venezuela, pero su descripción del fenómeno político de la dictadura nos ha inspirado algunas ideas que deseamos compartir y debatir con los lectores. Contrastaremos sus claves con la realidad nacional, para así darle uso organizativo a este loable esfuerzo intelectual del filósofo y politólogo chileno residente en Alemania, quien se ha destacado en los últimos años como un agudo observador y analista de nuestra realidad política, social e histórica.
La democracia y la dictadura están íntimamente relacionadas, pues ambas son dos tipos de regímenes o sistemas políticos opuestos, es decir, la una niega a la otra
La primera idea que deseamos analizar es la noción de que la ausencia de democracia no constituye necesariamente una dictadura: a falta de democracia bien puede haber desgobierno, anarquía, pero esos son casos excepcionales, en los cuales se puede degenerar hasta la guerra civil como en la antigua Yugoslavia o en Ruanda. Hoy en día, en la mayoría de los países del mundo reinan –en diversos grados y mezclas- democracias o dictaduras.
La democracia y la dictadura están íntimamente relacionadas, pues ambas son dos tipos de regímenes o sistemas políticos opuestos, es decir, la una niega a la otra. Pero entre un régimen democrático y una dictadura existen diversos grados, de manera que no siempre se pasa directamente de una democracia plena a una dictadura total: más bien, como en el caso venezolano, las democracias pueden irse enfermando, corrompiendo, de manera que rasgos y actitudes de corte dictatorial comienzan a aparecer en el cuerpo político de la nación. Si esos síntomas que suelen presagiar la dictadura no son tomados en cuenta debidamente, si no se corrigen con más y mejor democracia –que es el antídoto más eficaz contra el autoritarismo- la nación consume todos los anticuerpos que la protegen y la democracia se quiebra ante las fuerzas dictatoriales. Este es un proceso que puede llevar años: en el camino, los países pueden permanecer largo tiempo atrapados en estados intermedios que no son democracias plenas sino enfermas. Como se trata de una democracia a medias, en la otra mitad conviven los rasgos dictatoriales que van creciendo de acuerdo con la voracidad del autócrata.
"… como en el caso venezolano, las democracias pueden irse enfermando, corrompiendo, de manera que rasgos y actitudes de corte dictatorial comienzan a aparecer en el cuerpo político de la nación"
Cuando la dictadura aún no es total, en el espacio político de la nación sobreviven unos pocos organismos democráticos: puede haber elecciones todos los años como en Venezuela, puede haber algunos medios de comunicación que son opuestos al régimen (muy acosados, por cierto) e incluso la oposición puede organizarse en partidos políticos para marchar y protestar en las calles, aunque corriendo el riesgo de una brutal represión, como ocurrió con la marcha del pasado 1º de Mayo. Pero estos pocos rasgos democráticos, que en Venezuela el gobierno señala como indicativo de que vivimos en la mejor democracia del mundo, prueban todo lo contrario: muestran que nuestra democracia se quebró porque falta más de la mitad de los componentes mínimos de una democracia saludable. El régimen venezolano ya es una dictadura, aunque de nuevo cuño, una Neodictadura.
Aunque la neodictadura venezolana aún no padece los extremos totalitarios que tuvieron las de Hitler y Stalin –las cuales enviaron a las cámaras de gas y a los gulags a decenas de millones de ciudadanos inocentes- sin embargo el híbrido venezolano sí tiene la explícita vocación de convertirse en total, de copar hasta los espacios más recónditos de lo social: la manera en que la gente piensa, se casa, vive y actúa en el seno de la familia, la religión, la educación y un largo etcétera. Si no lo ha logrado ha sido por la noble resistencia de los ciudadanos, de los partidos y los dirigentes políticos, de las organizaciones de la sociedad civil, de los estudiantes, de los medios de comunicación, y porque el mismo bochinche característico de la sociología del venezolano le ha impedido lograr en las organizaciones del "proceso" la pavorosa eficacia industrial que tenían los nazis y los soviéticos para exterminar a sus oponentes por millones.
Tampoco es que eso pueda hacerse fácilmente hoy en día, debido a la observación internacional: por ello la táctica del régimen venezolano no incluye maquinarias exterminio como en Auschwitz o en Siberia, al menos por ahora. El gobierno ha ido acaparando los poderes a lo largo de diez años, usando elecciones a las que acude con un grosero ventajismo al emplear de manera descarada todos los recursos de la administración pública incluido el CNE, chantajeando a los empleados públicos, intimidando a los medios de comunicación y grupos civiles con sus bandas de motorizados armados, apabullando con inagotables cadenas desde los medios de comunicación, segregando a la población opositora mediante la lista de Tascón, impidiendo o reprimiendo de manera brutal las marchas de la oposición, imponiendo estructuras creadas desde Miraflores por sobre las que han sido electas por el pueblo como en el caso de la Alcaldía Mayor y utilizando los tribunales para encerrar de por vida a sus opositores, como hizo con los comisarios Vivas, Forero y Simonovis. La neodictadura judicializa la política y criminaliza la disidencia, lo cual no ocurre en una democracia.
"a) La existencia de un dictador b) la concentración de todos los poderes en las manos de ese dictador c) la militarización de la vida política. Lamentablemente, todos esos rasgos ya están presentes en el caso venezolano"
La lista del avance de la neodictadura en Venezuela es muy larga pero podemos señalar tres de las características claves, básicas, en las que coincide con las dictaduras clásicas: a) la existencia de un dictador b) la concentración de todos los poderes en las manos de ese dictador c) la militarización de la vida política. Lamentablemente, todos esos rasgos ya están presentes en el caso venezolano.
Ahora, definir qué rasgos de democracia sobreviven y qué tipo de neodictadura vivimos en Venezuela es importante porque usted no se organiza ni lucha de la misma manera dentro de cada uno de estos dos regímenes políticos. Las características intrínsecas de cada uno de ellos determinan el modo en que los ciudadanos se organizan y luchan políticamente. Por ejemplo, si viviéramos en una democracia saludable no tendríamos la preocupación constante de que el gobierno tome por asalto las instituciones legítimamente electas por los ciudadanos, como acaba de hacer con la Alcaldía Mayor de Caracas, al imponerle por encima una presidencia de la ciudad designada a dedo desde Miraflores, sin lapso prefijado para sus funciones, y que no va a tener que responder ni ante la cámara municipal –como sí tiene que hacerlo el alcalde Antonio Ledezma- ni ante los ciudadanos. Ese va a ser un cargo en el que veremos una alta rotación de las mismas caras que se alternan en los ministerios: el lapso de Jacqueline Farías dependerá del humor del autócrata. Un día, sin avisarle ni a ella ni al sucesor, va a anunciar en cualquier evento, en cualquier cadena o en su programa dominical que ha decidido "profundizar la revolución" y que por eso cambia a Farías por Jesse Chacón, y así sucesivamente.
"…si viviéramos en una democracia saludable no tendríamos la preocupación constante de que el gobierno tome por asalto las instituciones legítimamente electas por los ciudadanos, como acaba de hacer con la Alcaldía Mayor de Caracas"
No se trata de decir que en una democracia no se cometen injusticias: durante muchos años nosotros como legisladores denunciamos los desmanes del poder judicial en Venezuela y propusimos reformas que en algunos casos fueron rechazadas y en otros implementadas. Pero hasta antes de 1989 uno tenía la esperanza razonable de que un debate público y la presión de los sectores políticos y sociales podían influir en las otras ramas de los poderes públicos –el ejecutivo y el judicial- para adelantar acciones positivas a favor del mejoramiento de la democracia. Había división de poderes y esos poderes, mal que bien, se controlaban y balanceaban precariamente los unos a los otros.
Una de las características del avance de la neodictadura en Venezuela es que los ciudadanos y los políticos nos hemos convencido de que no existe ninguna posibilidad de impulsar con éxito reformas para mejorar la democracia si dependemos de los actuales poderes nacionales. Se han pervertido a tal grado, que sólo obedecen los dictámenes del Presidente.
Es cierto que antes de 1999 los tribunales podían cometer graves injusticias: pero eso no es igual a lo que ocurre hoy en día, cuando el poder judicial se ha convertido en el verdugo de Miraflores: díganos a quién encarcelamos, señor Presidente, y enseguida le inventamos un expediente. O mejor: primero lo metemos preso y después inventamos el recurso legal, como se intenta hacer con Manuel Rosales. El poder judicial se ha convertido en el equivalente de los Tribunales del Horror del régimen hitleriano. Nuestros tribunales no envían opositores a los campos de concentración como en Alemania –al menos por ahora- pero se han dado a la tarea de inhabilitar políticamente a candidatos opositores como Leopoldo López, de encarcelar a servidores públicos como Simonovis, Forero y Vivas, o de perseguir a mandatarios electos por voto popular como el ya citado Alcalde de Maracaibo Manuel Rosales, quien ha tenido que exilarse en Perú. Cierto, el régimen venezolano no los va a enviar a campos de concentración tipo Auschwitz: pero quien ha tenido la desgracia de estar preso sabe que en La Planta, por ejemplo, hay un grafitti en la entrada que recibe a los internados: "Bienvenidos al infierno". Aunque no los envíen a la cámara de gas directamente, corren el grave riesgo de entrar en las estadísticas, de convertirse en uno de los más de 400 asesinados anuales de las cárceles venezolanas, donde ni se investigan ni se pagan muertos.
El gobierno dice que somos una democracia porque la oposición controla ciertas alcaldías y gobernaciones. Pero eso no fue un regalo ni forma parte de las garantías democráticas establecidas: las ganamos a pulso, con sangre, sudor y lágrimas
El gobierno dice que somos una democracia porque la oposición controla ciertas alcaldías y gobernaciones. Pero eso no fue un regalo ni forma parte de las garantías democráticas establecidas: las ganamos a pulso, con sangre, sudor y lágrimas, e incluso lograr el reconocimiento de nuestro triunfo en muchos de esos circuitos fue una lucha titánica adicional, que en una democracia saludable no tiene por qué darse, porque lo normal es que se alternen en los cargos del poder popular electo sectores políticos de oposición, pro-gobierno, de izquierda, de derecha, de avanzada o conservadores, siempre que respeten la constitución y el marco político y legal, es decir, las reglas de juego. Y además, si el gobierno tiene que buscar con lupa las excepciones democráticas, si tiene que contar con los dedos de una mano las gobernaciones que controla la oposición, eso es síntoma de que su vocación de controlar todo el poder en una sola persona ha acaparado el 90% de la torta, y no contento con eso, quiere engullirse las raciones que el pueblo legítimamente le entregó a la oposición, como en el caso de la persecución contra Ledezma y Rosales.
En Venezuela se inició el quiebre de la democracia desde 1999 porque el Presidente ha ido concentrando más y más poder, hasta tener un monopolio del ejecutivo nacional, del legislativo y del judicial. Para lograrlo ha arrinconando a los factores democráticos de la oposición, como ya dijimos, y ha realizado purgas internas en su movimiento para erradicar a los moderados, a todos aquellos que se opongan a sus métodos autoritarios, a quienes pongan a la Patria por encima de la ambición del caudillo.
"En Venezuela se inició el quiebre de la democracia desde 1999 porque el Presidente ha ido concentrando más y más poder, hasta tener un monopolio del ejecutivo nacional, del legislativo y del judicial"
El hecho de que Venezuela aún no sea un régimen como el nazi o el soviético es justamente lo que aún nos permite luchar. Es decir, en los pocos espacios políticos en los que aún podemos actuar de forma abierta, democrática y pacífica, es donde tenemos que sembrar la semilla de un discurso y una acción política que reunifique a la nación en torno a la defensa de la democracia como sistema político y conjunto de valores a los que no vamos a renunciar. Porque si la dictadura fuera como la nazi de Alemania o la estalinista de la URSS no tendríamos oportunidad de luchar contra ella desde adentro, nos habría devorado a todos. Según Mires, si eso llega a ocurrir sólo nos quedaría la remota esperanza de que alguna fuerza democrática extranjera interviniera, como sucedió durante la Segunda Guerra Mundial: pero nosotros no estamos de acuerdo con esa apreciación pues genera falsas ilusiones, desmoviliza, y además no es correcta, porque somos los venezolanos, que hemos perdido la democracia, quienes tenemos que recuperarla, como en su momento hicieron los chilenos y los argentinos, como en su momento también harán los cubanos, los habitantes de Zimbabue o de Bielorrusia.
Sí coincidimos con él en que no debemos descartar la ruta electoral; la abandonamos en las elecciones para la Asamblea Nacional y el error nos ha costado muy caro. Sin embargo hay que señalar que luego de ese error, al corregir nuestra política a partir del 2006, hemos logrado importantes avances y triunfos: somos más de cinco millones de electores que nos oponemos abiertamente a la neodictadura y lo hacemos de manera decidida y activa. Nos corresponde en adelante mantener la coherencia en nuestra resistencia democrática, fortalecer los frentes populares, los partidos políticos y los gremios. Tenemos que engranarnos en los movimientos sociales mediante una agenda que defienda sus legítimos intereses y reivindicaciones, para que no nos gane la conflictividad de Chávez, que nos mantiene ocupados todo el día agotando nuestras fuerzas. Es crucial respaldar a los trabajadores ahora que entran en conflicto con el Estado por sus contratos colectivos y por su seguridad social. Mediante esta agenda debemos acompañar a los venezolanos en su deseo de superarse, es decir, la agenda política debe estar volcada hacia lo social. Simultáneamente debemos defender los espacios políticos ganados gracias a la descentralización y contra el centralismo, a la vez que tomar la iniciativa en la defensa del bienestar social de los venezolanos.
"Tenemos que engranarnos en los movimientos sociales mediante una agenda que defienda sus legítimos intereses y reivindicaciones"
Debemos hacer un gigantesco esfuerzo de formación política y de promoción de los mecanismos y valores de la democracia, porque si lagente no los conoce ni los entiende, sólo se va a dar cuenta de lo que ha perdido cuando la neodictadura toque su puerta a medianoche buscando a algún ser querido para encarcelarlo o desaparecerlo. Este es un esfuerzo que debe hacerse en todo el país, en cada casa, en cada esquina y para ello podemos usar las redes sociales que funcionan en las bases: ese mismo proceso de formación va a consolidar los liderazgos ya existentes y va a permitir el surgimiento de nuevos actores con hondo anclaje social. Una interesante alternativa para adelantar esta plataforma sería la consolidación de un Movimiento de Movimientos, con una ideología y un proyecto de país claro y coherente, como alternativa viable frente a la careta ideológica de la neodictadura, que es el nebuloso y autoritario Socialismo del Siglo XXI.
La correcta caracterización de los diversos tipos de dictaduras y las diversas democracias es algo útil, porque eso nos permite actuar de manera realista, sin falsas esperanzas. Además, ello nos obliga a la creatividad, porque las neodictaduras se derrotan mediante un acto de creación política y social; mediante la generación de un espacio alternativo, democrático, pacífico, que va conquistando los corazones de todos los ciudadanos –especialmente de aquellos que originalmente apoyaron al dictador- hasta convertirse en una nueva mayoría irresistible. Una vez que eso se logra, la neodictadura no puede aguantar mucho tiempo porque hasta sus más tibios militantes la abandonan uniéndose a la nueva mayoría democrática.
Las dictaduras no pueden sostenerse sobre las bayonetas, eso lo dijo Napoleón, y eso lo vimos en el caso de la antigua Unión Soviética: ni su fuerza nuclear ni su gigantesco ejército pudieron detener las aspiraciones democráticas y libertarias de sus ciudadanos.
Nuestra plataforma democrática debe ser viva, creativa, un espacio donde quepamos todos, cuyas decisiones y acciones sean tomadas de abajo hacia arriba y de arriba hacia abajo, donde se permita la doble militancia, es decir, que los ciudadanos pueden participar en cualquier partido político y simultáneamente activar en sus redes de acuerdo a sus motivaciones e intereses individuales y colectivos. Requerimos un programa mínimo, alternativo, enfocado en la pobreza, en la inclusión, para luchar al lado de los ciudadanos en la búsqueda de su bienestar. Esta es la manera de romper la hegemonía de la neodictadura y de contribuir con un desenlace favorable a la alternativa democrática.
La unidad debe darse más allá de los eventos electorales: aunque hay que fortalecer nuestra presencia en los centros de votación y activar en los partidos, el objetivo de esta plataforma es la promoción de un nuevo liderazgo, y esto es algo que la sociedad nos reclama a todos. La salida es militar, como señaló Gerver Torres: es decir, tener no una militancia sino dos, tres, muchas militancias en todas las redes sociales en las que podamos involucrarnos: los concejos comunales, las redes, los partidos, los gremios, sindicatos, estudiantes, alianzas suprapartidos, medios de comunicación alternativos, herramientas sociales digitales, grupos de interés, las asociaciones de vecinos y asambleas de ciudadanos, las discusiones en la esquina, en el café, en el trabajo o en la casa, con nuestra familia y con nuestros amigos.
De esta manera, con acciones políticas bien focalizadas en la agenda social. Apoyando la conflictividad en función de los intereses del mundo del trabajo y de sus legítimas aspiraciones y reivindicaciones, lograremos desenmascarar el rostro autoritario de la neodictadura, bajo cuya careta se oculta un Estado delincuente donde campea la corrupción y no se dan respuestas efectivas a las demandas de la mayoría.
Qué alternativas tenemos ante la neodictadura que vivimos, qué plataformas democráticas podemos construir, son temas cruciales para mantenernos en la resistencia pacífica con posibilidades de éxito, desechando las fantasías y poniendo los pies en la tierra. Sobre estos temas volveremos en las próximas entregas.
La Neodictadura
Carlos Tablante



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