viernes, 23 de noviembre de 2012

El Observador - RCTV Internacional: “Consumo excesivo de carne es perjudicial para la salud (+Video)” y 1 más.

El Observador - RCTV Internacional: “Consumo excesivo de carne es perjudicial para la salud (+Video)” y 1 más.

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Consumo excesivo de carne es perjudicial para la salud (+Video)

Posted: 23 Nov 2012 12:15 PM PST

Una de las investigaciones más amplias que se hizo sobre la relación entre el consumo de carne roja y la mortalidad, nos hace revisar nuestras conductas alimenticias. Un estudio realizado en Estados Unidos afirma que comer mucha carne roja provoca casi una de cada 10 muertes que ocurren prematuramente.

Nuestro canal aliado en Argentina, Telefe, nos amplía la información con el siguiente reporte.

Foto tomada de Google


23 de noviembre, día de San Clemente I

Posted: 23 Nov 2012 03:59 AM PST

Nació en Roma y fue el tercer sucesor de Pedro, es decir, fue el cuarto Papa. Escribió una importante carta a los corintios, carta que tenía por objeto restablecer entre ellos la paz y la concordia. Exiliado por el emperador Trajano del Ponto, fue arrojado en el mar con un áncora al cuello.

Restableció el uso de la Confirmación según el rito de san Pedro. Empieza a usarse en las ceremonias religiosas la palabra Amén.

Escribe, como obispo de Roma, a la Iglesia de Corinto en referencia a la desobediencia de algunos fieles hacia los presbíteros. Su intervención en un asunto particular de otra Iglesia indica la preeminencia de Roma. Se le atribuyó falsamente una segunda carta.

San Clemente, obispo de Roma en los últimos años del siglo I, después de Lino y Anacleto. El testimonio más importante sobre su vida es el de san Ireneo, obispo de Lyón hasta el año 202. Él atestigua que Clemente "había visto a los apóstoles", "se había encontrado con ellos" .

La autoridad y el prestigio de este obispo de Roma eran tales que se le atribuyeron varios escritos, pero su única obra segura es la «Carta a los Corintios».

Eusebio de Cesarea, el gran «archivero» de los orígenes cristianos, la presenta con estas palabras: "Nos ha llegado una carta de Clemente reconocida como auténtica, grande y admirable". A esta carta se le atribuía un carácter casi canónico.

En esa carta da muy hermosos consejos, y recomienda obedecer siempre al Pontífice de Roma (Entre otras cosas dice: “el que se conserva puro no se enorgullezca por ello, porque la pureza es un regalo gratuito de Dios y no una conquista nuestra”).

La intervención de Clemente –estamos todavía en el siglo I– era solicitada por los graves problemas por los que atravesaba la Iglesia de Corinto: los presbíteros de la comunidad, de hecho, habían sido después por algunos jóvenes contestadores. La penosa situación es recordada, una vez más, por san Ireneo .

La oportunidad inmediata de la carta abre al obispo de Roma la posibilidad de exponer ampliamente la identidad de la Iglesia y de su misión. Si en Corinto se han dado abusos, observa Clemente, el motivo hay que buscarlo en la debilitación de la caridad y de otras virtudes cristianas indispensables. Por este motivo, invita a los fieles a la humildad y al amor fraterno, dos virtudes que forman parte verdaderamente del ser en la Iglesia.

De este modo, al referirse a la liturgia del antiguo Israel, Clemente revela su ideal de Iglesia.

Por lo que se refiere a los jefes de las comunidades, Clemente explicita claramente la doctrina de la sucesión apostólica. Las normas que la regulan se derivan, en última instancia, del mismo Dios. El Padre ha enviado a Jesucristo, quien a su vez ha enviado a los apóstoles. Éstos luego mandaron a los primeros jefes de las comunidades y establecieron que a ellos les sucedieran otros hombres dignos. Con estas palabras, con estas frases, san Clemente subraya que la Iglesia tiene una estructura sacramental y no una estructura política. La acción de Dios que sale a nuestro encuentro en la liturgia precede a nuestras decisiones e ideas. La Iglesia es sobre todo don de Dios y no una criatura nuestra, y por ello esta estructura sacramental no garantiza sólo el ordenamiento común, sino también la precedencia del don de Dios, del que todos tenemos necesidad.

Un día las autoridades le exigieron que adorara a Júpiter. Él dijo que no adoraba sino al verdadero Dios. Entonces fue arrojado al mar, y para que los cristianos no pudieran venerar su cadáver, le fue atado al cuello un hierro pesadísimo. Pero una gran ola devolvió su cadáver a la orilla.

San Cirilo y San Metodio llevaron a Roma en el año 860 los restos de San Clemente, los cuales fueron recibidos con gran solemnidad en la Ciudad Eterna, y allá se conservan.