viernes, 21 de diciembre de 2012

El Observador - RCTV Internacional: “Bombones al brandy” y 1 más.

El Observador - RCTV Internacional: “Bombones al brandy” y 1 más.

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Bombones al brandy

Posted: 21 Dec 2012 07:46 AM PST

Durante esta época es ideal sorprender a tus seres queridos con postres que acompañen la magia de la Navidad. Prueba con esta receta, es sencilla, y lo más  importante…. Deliciosa.

¿Qué necesitas?

  • 100 gde almendras
  • 5 cucharadas de leche condensada
  • 50 gde azúcar
  • 30 cerezas verdes
  • 1/2 taza de buen brandy
  • 150 g de chocolate de leche , rallado
  • 1 cucharada de manteca de caco
  • 8 almendras peladas tostadas y cortadas en tiras
  • 30 capacillos de colores

¿Cómo prepararlos?

  • En un bol se mezclan las almendras con la leche condensada y el azúcar, luego tome  porciones de la pasta y forme bolitas, rellene con una cereza, previamente macerada en el brandy.
  • Aparte derrita a Baño María el chocolate y la manteca de caco. Retire del fuego y sumerja cada bombón prendido con un palillo. Deje que se enfríen sobre una rejilla y adorne con una tira de almendra.
  • Refrigere hasta que endurezcan. Ya para servir, coloque en capacillos de colores. Rinde 30 piezas. Póngalos en caja de Regalos de Navidad

 

 

21 de diciembre, día de San Pedro Canisio

Posted: 21 Dec 2012 03:42 AM PST

San Pedro Canisio: Pedro Kanjis (latín: Canisius), teólogo jesuita holandés, predicador, escritor, Doctor de la Iglesia, llamado “el segundo evangelizador de Alemania” (el primero siendo San Bonifacio), llamado también “Martillo de los herejes” por la claridad con que demolía los errores de los protestantes, entre los iniciadores de la prensa Católica.

Nació en 1521, en Nimega de Holanda, que dependía entonces de la arquidiócesis alemana de Colonia. Era el hijo mayor de noble Jacobo Kanis. Aunque Pedro tuvo la desgracia de perder a su madre cuando era todavía pequeño, su madrastra fue para él una segunda madre. El joven creció en el temor de Dios. Cierto que él mismo se acusa de haber perdido el tiempo, de niño, en juegos inútiles; pero, dado que a los diecinueve años obtuvo el grado de Maestro en Artes, en Colonia, resulta difícil creer que haya sido muy perezoso.

Por complacer a su padre, Pedro estudió algunos meses el derecho canónico en Lovaina; pero, al caer en la cuenta de que ésa no era su verdadera vocación, hizo voto de castidad y volvió a Colonia a enseñar teología. La predicación del Beato Pedro Fabro, miembro del grupo original de jesuitas, había despertado gran interés en las ciudades del Rin. Bajo su dirección, Canisio hizo los Ejercicios de San Ignacio, en Mainz y durante la segunda semana prometió a Dios ingresar en la Compaña de Jesús. Entró en el noviciado y pasó varios años en Colonia, consagrado a la oración, al estudio, a visitar a los enfermos y a instruir a los ignorantes. El dinero que recibió como herencia a la muerte de su padre lo dedicó en parte a los pobres y en parte al mantenimiento de la comunidad. Fue el octavo jesuita en hacer los votos solemnes.

Fue uno de los primeros jesuitas devotos al Corazón de Jesús, se sintió impulsado a buscar a Cristo en el Santísimo Sacramento luego de sus últimos votos y a agradecerle al Cristo presente por la gracia que había recibido de Su Sagrado Corazón de posibilitarle continuar su misión en Alemania.

San Pedro Canisio, el segundo apóstol de Alemania, despues de San Bonifacio. Se le venera como uno de los creadores de la prensa católica. Además, fue el primero del numeroso ejercito de escritores jesuitas.

Canisio había empezado ya a escribir. Su primera publicación había sido la edición de las obras de San Cirilo de Alejandría y San León Magno. Después de su ordenación sacerdotal, comenzó a distinguirse en la predicación. Había asistido a dos sesiones del Concilio de Trento, una en Trento y otra en Bolonia, como teólogo del cardenal Truchsess y consejero del Papa. Se distinguió por la profundidad de su cultura teológica, por su celo y actividad, pero también por el espíritu conciliador. De ahí le llamó San Ignacio a Roma, donde le retuvo cinco meses, en los que Canisio dio pruebas de ser un religioso modelo, dispuesto a ir a cualquier parte y a desempeñar cualquier oficio. Fue enviado a Mesina a enseñar en la primera escuela de los jesuitas de la que la historia guarda memoria, pero al poco tiempo volvió a Roma a hacer su profesión religiosa y a desempeñar un cargo más importante.

Recibió la orden de volver a Alemania, pues había sido elegido para ir a Ingolstadt con otros dos jesuitas, ya que el duque Guillermo de Baviera había pedido urgentemente algunos profesores capaces de contrarrestar las doctrinas heréticas que invadían las escuelas. No sólo tuvo éxito Canisio en la reforma de la Universidad, de la que fue nombrado primero rector y luego vicecanciller, sino que, con sus sermones, consiguió la renovación religiosa, en la que también colaboró con su catequesis y su campaña contra la venta de libros inmorales. Grande fue el duelo general cuando el santo partió a Viena, en 1552, a petición del Rey Fernando, para emprender una tarea semejante. La situación en Viena era peor que en Ingolstadt. Muchas parroquias carecían de atención espiritual, y los jesuitas tenían que llenar las lagunas y enseñar en el colegio recientemente fundado. En los últimos veinte años no hubo una sola ordenación sacerdotal; los monasterios estaban abandonados; las gentes se burlaban de los miembros de las órdenes religiosas; el noventa por ciento de la población había perdido la fe y los pocos católicos que quedaban, practicaban apenas la religión. San Pedro Canisio empezó por predicar en iglesias casi vacías, en parte por el desinterés general, o bien porque su alemán del Rin resultaba muy duro para los oídos de los vieneses. Pero, poco a poco, fue ganándose el cariño del pueblo por la generosidad con que atendió a los enfermos y agonizantes durante una epidemia. La energía y espíritu de empresa del santo eran extraordinarios; se ocupaba de todo y de todos, lo mismo de la enseñanza en la universidad, que de visitar en las cárceles a los criminales más abandonados.

El Rey, el nuncio y el mismo Papa hubiesen querido nombrarle arzobispo de la sede vacante de Viena, pero San Ignacio sólo permitió que administrase la diócesis durante un año, sin el título ni los emolumentos de arzobispo. En vez del cardenalato que el papa le ofreció Pedro Canisio prefirió el humilde servicio a la comunidad, empleando el tiempo en la oración y en la penitencia.

San Pedro Canisio se mostraba duro con los que propagaban la herejía y, como la mayor parte de sus contemporáneos, estaba dispuesto a emplear la fuerza para impedírselo. Pero su actitud era muy diferente con quienes habían nacido en el luteranismo o habían sido arrastrados a él. El santo pasó toda su vida oponiéndose a la herejía y tratando de restaurar la fe y la vida católicas. Sin embargo decía, hablando de los alemanes: “Es cierto que muchísimos de ellos abrazan las nuevas sectas y yerran en la fe, pero su manera de proceder demuestra que lo hacen más por ignorancia que por malicia. Yerran, lo repito, pero sin intención, sin deseo y sin obstinación”. Según San Pedro Canisio,no había que enfrentarse ni siquiera a los más conscientes y peligrosos de los herejes “con aspereza y descortesía, pues ello no sólo es el reverso del espíritu de Cristo, sino que equivale a quebrar la rama desquebrajada y a apagar la mecha que humea todavía”.

Se le reconoce como pionero de la prensa católica, siento el primero del numeroso ejército de escritores jesuitas. Por aquella época, San Pedro empezó a preparar su famoso catecismo o “Resumen de la Doctrina Cristiana”, que apareció en 1555. A esa obra siguieron un “Catecismo Breve” y un “Catecismo Brevísimo”, que alcanzaron enorme popularidad. Dichas obras serían para la contrarreforma Católica lo que los catecismos de Lutero habían sido para la Reforma Protestante. Fueron reimpresos más de doscientas veces y traducidos a quince idiomas (incluyendo el inglés, el escocés de Braid, el hindú y el japonés) en vida del autor. Ayudó a formar varias editoriales católicas.

Estando en Friburgo el 21 de diciembre de 1597, junto con varios padres jesuitas y después de haber rezado con ellos el santo rosario, su devoción favorita, de pronto exclamó lleno de alegría y emoción: “Mírenla, ahí esta. Ahí está”. Y murió. Era la Virgen Santísima que había llegado a llevárselo para el cielo.

El Sumo Pontífice Pío XI, después de canonizarlo, lo declaró Doctor de la Iglesia, en 1925.