El Observador - RCTV Internacional: “Lomito en salsa de sangría” y 1 más. |
Posted: 27 Nov 2012 08:09 AM PST
A continuación te presentamos una rica receta con la que, de seguro, tú y los tuyos se chuparán los dedos…
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27 de noviembre, día de Nuestra Señora de la Medalla Milagrosa Posted: 27 Nov 2012 04:07 AM PST
NUESTRA SEÑORA DE LA MEDALLA MILAGROSA : Sor Catalina Labouré nació en mayo de 1806, en Francia. Siendo muy niña, a los 9 años, perdió a su madre. Fue entonces cuando una criada de la granja la sorprendió encaramada sobre una mesa, abrazando con todo el poder de sus aún débiles brazos a una imagen de la Señora. La iglesia parroquial de Moutiers -Saint Jean- fue testigo de sus anhelos eucarísticos. Desde el día de su primera Comunión (1818) se hizo “mística de todo en todo”. Por un sueño vino en conocimiento de su particular vocación. El párroco de Chatillón la descifró el sueño de este modo: “no abrigues la menor duda; no era otro ese anciano, sino S. Vicente de Paúl, quien te quiere para Hija de la Caridad”. Ella misma así lo confirmó, reconociendo al anciano del sueño en un cuadro, que del Santo tenían las Hermanas de Chatillón. Por dos años luchó con el ingenuo rigor de su padre para, al fin, ingresar el 21 del mes de abril de 1830 en el Noviciado de las Hijas de la Caridad en París. El 27 de noviembre de 1830, en la Capilla del convento de las Hijas de la Caridad, rue du Bac en París, la Santísima Virgen apareció a Santa Catalina Labouré (1806-1876) por segunda vez. Ese día, la Reina del Cielo Se manifestó con un globo a Sus pies y sosteniendo en Sus manos, a la altura del pecho, otro globo más pequeño que parecía ofrecer a Nuestro Señor con gesto de súplica. De repente, Sus dedos se cubrieron de anillos y gemas de gran belleza que irradiaban fulgores que se esparcían por doquier… La Virgen posó los ojos en la humilde novicia que La contemplaba. He aquí, le dijo, el símbolo de las gracias que Yo derramo sobre las personas que Me las piden… –«haciéndome comprender,» escribe la Santa, «¡cuán generosa es Ella hacia las personas que se las imploran; cuántas gracias otorga a los que se las piden; qué alegría Ella siente al darlas!»– Las gemas que permanecen a la sombra representan las gracias que olvidan pedirme. En ese momento, se formó en torno a la Virgen un cuadro un tanto ovalado sobre el que se leían estas palabras, inscritas en letras de oro: O María sin pecado concebida, rogad por nosotros que recurrimos a Vos. Sor Catalina Labouré contemplaba esta visión dichosa. Una voz le dijo: Haz acuñar una medalla según este modelo; las personas que la lleven recibirán grandes gracias, sobre todo colgándosela del cuello. Las gracias serán abundantes para quienes la lleven con fe. El cuadro parecía tornarse, y Sor Catalina vio, en el reverso, la letra M rematada por una pequeña cruz, y debajo, los Sagrados Corazones de Jesús y de María. El primero estaba rodeado de una corona de espinas, y el segundo traspasado por una espada. Doce estrellas aureolaban el monograma de María y los dos Sagrados Corazones. Sor Catalina llevó a cabo fielmente la misión que el Cielo le había encomendado, mas por humildad y por amor de la vida retirada, lo hizo de tal manera que, hasta su muerte, nadie en derredor suyo supo que ella era la mensajera escogida por la Reina del Cielo. Su confesor recibía sus confidencias pero tardó mucho en creer en ellas. A instancias de la Virgen decidió él por fin hablar del asunto a Monseñor Quélen, Arzobispo de París. Corría el año de 1832. La medalla fue acuñada y al instante se difundió prodigiosamente por todo el mundo, acompañada de incesantes prodigios de curaciones, protecciones y conversiones, al punto que se le dio el nombre de Medalla Milagrosa. El Arzobispo permitió fabricar la medalla tal cual había aparecido en la visión, y al poco tiempo empezaron los milagros.
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